1 jul 2011

La festividad de Sant Joan inaugura la temporada de playa

Raúl Montilla
lavanguardia.com - 26/06/2011Raúl Montilla
Arenas con una doble vida: la familiar de día y la joven, de noche . Pescadores, amigos, cenas íntimas... ¡la playa es gratis!

Ambulantes de verano Las playas, especialmente las del área metropolitana, adquieren en verano una vida a doble turno. Atrás queda la noche más corta, la de Sant Joan. Por la mañana las familias colonizan, silla de tijera en ristre, el espacio que, llegada la noche, queda reservada sobre todo a los jóvenes. De noche se hace de todo: grupos de personas haciendo rituales de buena ventura, amigos compartiendo cena –aunque sea comida rápida– y parejas con tupper incorporado. Pescadores a la espera de si pican o no y ciudadanos que aprovechan una temperatura más agradable para hacer deporte y coger con más ganas la cama. También detectoristas (los aficionados a los detectores de metales) que celebran el inicio de la temporada de baño y, también, de los descuidos.

Actividades, todas, que se dan en las playas metropolitanas cuando el sol se pone. Después de la noche de Sant Joan, el termómetro empieza a escalar. Por encima de los 20 grados, la playa invita a vivirla también de noche. Los días se alargan, y la arena gana adeptos en las primeras horas nocturnas, aunque sea laborable. Otra playa con mil caras. A partir del viernes el ambiente difiere del de los días laborables: botellones y turistas borrachos.

"Se está tranquilo, es relajante y es gratis", apunta Salvador, de 27 años, en la playa del Bogatell. Hasta allí llegan los animados ritmos de un grupo de percusionistas que ensayan en la de Nova Icària. Salvador está compartiendo con Agatha, de 21 años, la quiche que ha hecho en su casa de Vilafranca del Penedès. "Y de postre hay brownie –añade–. También es casero. Lo he hecho yo", añade. Agatha es del Paral·lel. La playa no se encuentra en un punto intermedio de donde vive cada uno, pero es su terraza en primera línea de mar. "Este año hemos venido tres veces, se está tranquilo... Y eso que hay días que hay mucha gente", añade ella. "Si queremos música, tan sólo nos tenemos que acercar un poco más a los chiringuitos", explica Salvador. Y es romántico.

"Bocadillo con toda la familia y para casa. Vivimos aquí al lado. Cuando empieza el buen tiempo venimos siempre", explica Miguel. "En casa no tenemos ni siquiera balcón, pero tampoco lo necesitamos", apunta su mujer Milagros y asiente el abuelo.

Un grupo de filipinos toman un baño nocturno. Pasan varios minutos de la diez de la noche. Comienzan a correr por la arena, tirándose agua unos a otros, hasta que llegan a la zona de las duchas. Pasan al lado de una decena de chicas se sientan en círculo entorno a una vela que la brisa nocturna no consigue apagar. Una de ellas lee un texto, mientras que las otras guardan silencio, como si estuviesen adentrándose en la historia que están escuchando. "Estamos haciendo un ritual", cuenta escuetamente una de ellas. A unos centenares de metros hay otro grupo más nutrido. Un poco más allá, otro. Cerca de este último, un ciudadano rumano que, de pronto, deja de entender el castellano y el catalán, pasea con su detector de metales por la arena. A la caza del tesoro. "Pí, Píiiiiiiiii". Una moneda.

"El mar es fuente de inspiración. Y si eres artista, y además cubano, no puedes vivir lejos de él", asegura desde un espigón el bailarín caribeño Óscar Marrero, que no dice su edad. Pero asegura que suele pescar en abundancia, aunque la bolsa la tenga vacía, como sí suelen decir los pescadores. Vive en el Eixample pero, siempre que puede, y la temperatura acompaña baja en bicicleta a la playa para tirar las cañas. "Todos los días hay gente pescando y algunos fines de semana no hay sitio ni siquiera donde poner", añade, mientras comienza a hablar de la gran bailarina cubana Alicia Alonso, a la que conoció muy bien, y sobre ritmos caribeños. "Yo siempre he venido entre gira y gira. Es la forma de relajarte, también de inspirarte. Y si además pican pues ya está todo hecho", añade, aunque esa noche ningún sargo, ninguna dorada hacen caso al anzuelo.

Óscar permanece inmóvil delante de su caña. Por el contrario, Jordi, de 48 años, y Núria, de 44, no paran quietos ni un momento. Después de cenar, por supuesto "ligerito", un poco de deporte. Aunque ya hace horas que los que jugaban a voley han recogido las redes, y son cerca de las once, sigue habiendo un goteo continuo de ciudadanos, en bicicleta; o corriendo: por el paseo, por la orilla del mar, incluso por la arena... "En esta ciudad siempre, a cualquier hora, ves a alguien corriendo", apunta uno de ellos mientras pasa delante de uno de los chiringuitos que siguen sirviendo paellas. Jordi y Núria llevan también casi una hora haciendo deporte. Ahora comparten una de las máquinas del gimnasio al aire libre que hay en la playa. "Por la noche no hay tanto bullicio. También hace menos calor, es cuando se puede", apunta Núria. "Y así bajamos la cena antes de ir a dormir y cogemos la cama más relajados", añade él. La experiencia vale la pena, aseguran. Llevan haciéndolo desde hace 30 años. "Desde que nos vinimos a vivir aquí al lado", apunta ella. Y cada vez son más.

La luna se muestra inmensa. Una pequeña niebla comienza a cubrir la cúspide de la torre Mapfre, aunque la silueta del hotel W se vislumbra con autoridad. Cerca de medianoche. Miguel y Milagros ya están recogiendo. El rumano del detector se ha trasladado a la Mar Bella. En los chiringuitos sirven las últimas paellas. El grupo de percusión desfila hacia su casa. Los rituales ya se han acabado. Dani y su perro Tom observan al horizonte. "Es el momento en el que puedes traer los perros a la playa", señala Dani mientras da el primer bocado al durum que aguanta con sus dos manos. "Yo acabo de salir de trabajar y aprovecho para sacar a Tom. Así puede correr y desahogarse. También darse un baño. Si no, de día no puede aunque yo tenga la mañana libre... Por eso vengo a la playa de noche como otra mucha gente... La playa nunca duerme", sentencia.

3 comentarios:

NUMISEVAR dijo...

Bonito relato,de siempre la arena atrae a todas las personas que viven en sus alrededores.
Ese día de Sant Joan,con sus hogueras,música y todo el ambiente que esto conlleva,eso es lo bonito de esa noche.
Pero cuidadin con la resaca del día despues.....

NUMISEVAR dijo...

Ah!Por cierto,en las playas desde hace tiempo me cruzo con detectoristas de otros paises,residentes en España.

MAN dijo...

Bueno, este artículo lo subí, porque está escrito por nuestro amigo Raul, que siempre tiene unas palabras y un rinconcillo para la afición